miércoles, 26 de junio de 2013

Dejadme en paz

Este año he descubierto que en sitios como los hospitales públicos hay curas que cobran del Estado por estar en ciertos pasillos además de en la capilla para "ofrecer consuelo en los malos momentos"(sic) Cuando me lo dijeron no me lo podía creer pero allí la gente se lo toma como lo más normal del mundo. Les parece lógico que el cura se siente a tu lado a intentar convencerte sobre la fe como si fuera uno de tantos creyentes con chapita en la chaqueta que viene a tu casa a convertirte, eso si pagado con nuestros impuestos ¿Qué pasa si soy musulmana o si no quiero saber nada de la religión? En el primer caso no lo se (quizá debí decírselo al último que vino) en el segundo pasa que insiste día tras día, que intenta hacerte ver lo maravilloso que es que creas en su dios por más que le digas que no se moleste que ni siquiera estás bautizada que por favor te deje tranquila que seguro que hay gente que sí quiera su "consuelo" son una especie de salvadores de almas que no conciben que tu familiar (o tú misma) no quiera confesarse o hablar. Lo dije una vez: amigo cura, el consuelo no es que creas en dios el consuelo sería que invirtieran en sanidad el dinero que le dan a la Iglesia.

Claro que ahora están cada vez más legitimados en sus intentos de evangelizar, no sólo obtienen todos los beneficios del Estado habidos y por haber si no que se legisla según su moral. Si la Iglesia no acepta el aborto Gallardón se lo pone en bandeja para que nadie pueda abortar, que la Iglesia rechaza la homosexualidad pues se recurre en el Constitucional la ley de matrimonio igualitario, si el problema es que la religión cada vez le importa a menos gente la solución lógica es imponerla en los colegios, Wert mediante, para que todos los pecadores descubramos a Dios. Y así, cada vez con menos disimulo, consiguen imponernos sus creencias y su moral, convertir el pecado en delito.
Aun así sigo sin entender que el cura que me tocó en el hospital se desviviera por convencerme como si toda la felicidad de su vida consistiera en que yo de repente encontrara la fe, en lugar de dedicarse a los que ya creían y que seguro apreciarían y agradecerían más que yo sus sermones. 

Yo no voy a la iglesia el domingo a convencer a los feligreses de que la homosexualidad es algo totalmente normal de que usen condón o de si deben abortar o no aunque siguiendo su lógica
(es mi moral es la única buena y se la impongo a todo el que puedo) podría hacerlo. No lo hago porque es una batalla perdida y sobre todo porque a mí no me molesta que ellos vivan según sus creencias mientras no intenten que yo las acepte como propias. Así que por favor, curas del mundo, dejádme en paz. Rezad si queréis, creed en lo que os parezca, pero no me ofendáis diciendo que en un hospital publico el consuelo es la religión y no la ciencia.