jueves, 24 de mayo de 2012

Jubilación anticipada

Llevo algún tiempo diciendo que cuando pasara el #12M15M me iba a retirar del movimiento. Estaba (estoy) cansada de ciertas actitudes que he visto estos últimos meses y es verdad que la lucha en la calle día sí y día no desgasta más de lo que se puede pensar, sobre todo si hay que compaginarlo con el trabajo y otras obligaciones. Pero este "cumpleaños" ha tenido cosas maravillosas y otras no tanto que han ayudado a que tome mi decisión.

Parecía en los últimos meses que pertenecer al 15M suponía aguantar desde insultos a multas, que el movimiento perdía fuerza especialmente en los barrios, dónde cada vez menos gente acudía a las asambleas y la policía imponía su criterio arbitrario para decidir sobre su legalidad. Es cierto que durante los meses de invierno ha sido más difícil visibilizar las asambleas y demás actividades que debido al frío pasaron en muchos casos a celebrarse en locales de diversa procedencia. Pero también es verdad que se notaba menos afluencia de gente más derrotismo y un trabajo peor organizado.
Un día cualquiera se produjo un desahucio en mi barrio aunque hicimos inútilmente todo lo que estuvo en nuestra mano para evitarlo. Y ver a una vecina salir de su casa con lo puesto, llorando, sin saber donde iban a comer sus hijos cuando volvieran del colegio supuso para mí un punto de inflexión. Pensé que, o conseguíamos movilizar a mucha más gente o no tenía sentido seguir una lucha a ninguna parte. Así que a partir de ese momento empecé a ver el movimiento con algo más de distancia, iba a las asambleas pero ya no participaba tan activamente y empece a plantearme seriamente que hacía yo en un movimiento ciudadano que parecía estancado en buscar soluciones que no les correspondían en asambleas inacabables.
Porque es verdad, no es justo exigirle soluciones al 15M simplemente porque no tiene por qué darlas. Los ciudadanos tienen la posibilidad (y el deber añado yo) de exigir a sus gobernantes que actuen como el pueblo les pide, que favorezcan los intereses de la gente a la que supuestamente representan y creo que no deberían extrañarles peticiones como dación en pago o el fin de la corrupción en los partidos políticos. No nos corresponde a nosotros decir como hay que hacerlo, si no a los responsables de la situación, porque hay responsables y es el momento de exigir que acepten las consecuencias de sus actos.

El primer día que pensé en tirar la toalla fue cuando se aprobó la reforma de la Constitución para el límite de las comunidades autónomas. Durante toda la tarde y gran parte de la noche estuvimos apostados junto a Neptuno para dejar constancia de nuestro rechazo e incluso en los momentos con más gente se habló de rodear el Congreso para impedir el paso a los diputados, como había ocurrido en Barcelona los meses anteriores. Pero llegado el momento lo que sucedió fue que la gente se fue dispersando y los pocos que quedabamos allí no estabamos tan locos como para intentar algo así con tan pocos efectivos. Resultado, reforma de la Constitución aprobada para satisfacer a los mercados.
Desde la llegada al poder del PP se han ido sucediendo una tras otra las reformas que atacan a los más necesitados de la sociedad sin que aparentemente exista un gran rechazo social a sus políticas para ricos. A las pocas semanas de gobierno de Rajoy yo misma sentí el cambio de política con respecto a las fuerzas de seguridad cuando una concentración pacífica se convirtió en una batalla campal y una persecución policial por las calles del centro de Madrid. Como resultado 3 porrazos, una distensión del ligamento de la rodilla y una multa por concentración no autorizada. Ese día, con el parte médico en la mano decidí apartarme un tiempo del movimiento.
Pero no lo hice, que va, a los pocos días estaba en la calle en solidaridad con los compañeros de Valencia, una marcha nocturna por Madrid bloqueando las principales arterias de la ciudad y que por suerte terminó sin incidentes. Una de cal y otra de arena, pensé, así que seguí adelante, reforma laboral, huelga general, hachazo a sanidad, asambleas, desahucios parados, hasta llegar al 12 de mayo con todas las esperanzas puestas en comprobar que de una vez por todas estábamos unidos y éramos más que cuando dormíamos en Sol.

Y llegado el dia me di cuenta de que aún faltaba todo por hacer, no hemos conseguido despertar a la gente que pensó que se arriesgaba a una multa o una identificación si venía el dia 12, ni a los que no fueron por lo que pasaría si salían en una foto y luego lo veían sus amigos, tampoco a los que les faltó interés por conocer qué es lo que hacemos de verdad y si somos o no tan peligrosos como cuentan las noticias. Necesitamos más difusión, más fuerza, crear nuestros propios medios de comunicación que escriban y cuenten lo que pasa y no el medio minuto actual en el informativo. Pero por encima de todo necesitamos creer en nosotros mismos, tener claro lo que podemos conseguir si cambiamos las batucadas por la huelga indefinida y las cacerolas por acción real en la calle. El mismo dia 15 comprobamos nuestra fuerza cuando andamos por todo Madrid, primero Sol, luego la Bolsa, después el Congreso y luego cualquier calle donde nos escucharan. Permanecimos unidos y pudimos evitar cargas policiales, detenciones e identificaciones, y nos olvidamos de la presencia policial porque no queremos conflictos, si no soluciones.
Por esos mismos motivos el martes la huelga de pofesores y estudiantes fue masiva, por la unidad, porque supieron (supimos) hacer entender a la sociedad lo importante que es todo esto. Y cuando la marcha ya era un éxito alguien arriba se puso nervioso y mandó a la policía cargar contra profesores, alumnos y universitarios sólo por reivindicar lo que es justo. Eso es que algo estamos haciendo bien.

Si he pensado seriamente desconectar por un tiempo, pero es imposible. Porque 15M no es algo externo, si no que nosotros somos 15M y a menos que alguien sepa desconectar su memoria y su conciencia será imposible que lo deje. Ya hemos despertado, y como leí una vez por ahí, dormir es de cobardes.

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