miércoles, 18 de abril de 2012

Neolengua

Parece que últimamente nos estamos acostumbrando demasiado a que cambien nuestra manera de ver las cosas a través del lenguaje. Los medios de comunicación y las instituciones saben muy bien cómo enfocar los asuntos para que la sociedad acepte la imagen que en ese momento concreto se necesita.
El último ejemplo es el famoso copago sanitario. Una palabra que conocemos hace poco y que ahora todos asociamos con arrimar el hombro para (por) un Gobierno en dificultades económicas. Hoy se ha conocido que los jubilados tendrán que pagar el 10% de sus medicamentos y que los trabajadores pasaremos de aportar el 40 al 50 o 60%

¿Cómo se impone esa medida en un país donde la mayor parte de la sociedad pasa por dificultades económicas y que tiene interiorizados servicios públicos como la sanidad y la educación?
Pues es sencillo, se pinta el peor escenario económico posible, se habla de prima de riesgo disparada, de acreedores fantasma que vienen a por el país, se explica que el Gobierno aunque no quiere hacerlo está obligado a tomar esas medidas por el bien de todos y en algunos casos, como en este, se utiliza un elemento externo que haga de cortina de humo, como la famosa nacionalización de YpF.
Cuando ya tenemos todos estos ingredientes se empieza a utilizar el lenguaje como manera de introducir en el subconsciente de la población las nuevas medidas. Los medios de comunicación llevan ya un tiempo hablando del copago sanitario, 3 supuestos especialistas dirán estos días que es la única manera de sanear las cuentas de la seguridad social, y las empresas privadas interesadas harán el resto.


Pero, ¿de verdad lo que haremos será "copagar"? Copago (por cierto, palabra inventada, no aparece en el diccionario de la RAE) debería significar que el pago de un servicio se reparte entre dos o más partes interesadas, pues bien, ¿Eso no es exactamente lo que hacemos? Todos los meses en nuestra nómina vemos retenido una parte de nuestro salario para financiar la seguridad social, independientemente de si cobramos 300 o 3000 euros una parte proporcional se destina a llenar las arcas del estado para subvencionar el paro, los medicamentos o las bajas laborales.
Si todos sabemos esto desde los 16 años ¿Cómo es que aceptamos que llamen copago a lo que en realidad es "repago" o pagar dos veces por el mismo servicio? Simple, porque nos creemos lo que nos dicen con sus palabras de doble sentido
El copago es inmoral, atenta contra los estratos mas necesitados de la sociedad. Dirán que pagar 1€ por receta no es mucho, que nos gastamos más en una cerveza o en el metrobus pero no tenemos en cuenta que no todo el mundo vive como nosotros, que hay gente en el paro que con ese euro puede comprar un kilo de pasta para dar de comer a sus hijos y esas personas preferirán (a la fuerza ahorcan) no ir al medico o conseguir medicamentos de la vecina a tener que gastarse el dinero que no tienen en algo que ya pagaron cuando trabajaban.

Empecemos a llamar a las cosas por su nombre, el copago sanitario es volver a pagar algo que ya has abonado, la subida del transporte público en Madrid es sólo eso, una subida y no "un ajuste de ingresos y gastos", los "ajustes presupuestarios" son recortes en toda regla y atacan directamente a la línea de flotación del estado del bienestar que se empeñan en desmontar porque ya no es rentable. La "optimización de recursos" en hospitales y colegios públicos suponen que haya 35 alumnos por clase y que los pacientes mueran en un traslado porque el quirófano de guardia está cerrado, o que se deje de pagar los meses de verano a los interinos y se racaneen los tratamientos contra el cáncer.

Evidentemente llamar a las cosas por su nombre sería el fin de este gobierno y seguramente de prácticamente todos los que vinieran detrás. Porque lo básico para poder gobernar es dominar la neolengua. Decir una cosa cuando piensas otra, maquillar la realidad bajo un montón de palabras que no significan nada, modificar comportamientos calificándolos con palabras con connotación positiva o negativa dependiendo de los intereses, hacer creer a los ciudadanos que lo único bueno es lo que beneficia al gobierno, quitar las ganas de pensar, de conocer, en resumen utilizar el lenguaje en beneficio del Estado.

Mientras sigamos creyendo que los árabes son terroristas, que África es el tercer mundo (yo no conozco el segundo mundo) que Argentina roba al estado español por nacionalizar YPF o que el cristianismo es una religión pero el vudú es superstición, los que manejan el mundo podrán seguir tratándonos como ignorantes, porque saben como manipularnos desde el lenguaje.
Por lo que se dice tan a menudo de, una mentira se convierte en verdad si se repite las veces suficientes (y la gente no se para a reflexionar, añado yo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario